Juan 20, 38 – 42
Después
de esto, José, el de Arimatea, pidió permiso a Pilato para llevarse el cuerpo
de Jesús. José era discípulo de Jesús, aunque en secreto por miedo a las autoridades
judías. Pilato le dio permiso, y José fue y se llevó el cuerpo. También
Nicodemo, el que una noche fue a hablar con Jesús, llegó con unos treinta kilos
de un perfume, mezcla de mirra y áloe. Así pues, José y Nicodemo tomaron el cuerpo de Jesús y lo
envolvieron con vendas empapadas en aquel perfume, según la costumbre que
siguen los judíos para enterrar a los muertos. En
el lugar donde crucificaron a Jesús había un huerto, y en el huerto un sepulcro
nuevo donde todavía no habían puesto a nadie. Allí
pusieron el cuerpo de Jesús, porque el sepulcro estaba cerca y porque ya iba a
empezar el sábado de los judíos.
Palabra del Señor
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