viernes, 7 de agosto de 2009

RECORDATORIO

SOMOS EN VERDAD EN LA EUCARISTÍA

Ayer, en una tierra que no tenía ningún valor “BELËN” nacía el Salvador de la humanidad. Los testigos unos insignificantes y bien humildes “PASTORES”. Ellos no son dueños de las ovejas, son unos asalariados. Si pierden o le roban una oveja la tiene que pagar con su esfuerzo y trabajo, además, tienen que dormir con los ojos bien abiertos, pues había muchos ladrones y demasiados lobos.

Hoy, Dios, dador de todo bien, nos está señalando que lo humilde y lo que no tiene apariencia para el mundo, tiene demasiado valor para ti. Todos somos esa parte por la cual Dios da la vida y deja las 99 y sale a buscar la perdida. Por más que se quiera, no se puede ocultar la verdad. Somos lo que somos. Nos guste o no nos guste. Cada uno refleja lo que es. Porque más temprano que tarde lo daremos a conocer.

Muchos son los que quieren aparentar o vivir bajo un falso reflejo de la apariencia. Mientras Dios nos pide compromiso y verdad; sinceridad y ardor para reconocer errores y proseguir el camino. Ojalá, cada vez que nos miremos en el espejo o en la claridad del agua no simplemente veamos el caparazón que nos recubre, sino que interioricemos paras descubrirnos tal como somos y como debiéramos cambiar.

Señor quise ser mar y no llegué sino a riachuelo. Quise ser árbol y llegué a simple hierba. Quise mirar el cielo y me quedé mirando la tierra para buscar una huella. Señor que me acepte y no me cruce de brazos… Hay una verdad que se encuentra en la gracia que Dios concede a los que gozan de fe y esperanza.

La Eucaristía, aunque no la merezcamos, la necesitamos para descubrirnos y descubrir a los otros como hermanos. Quien comulga no solamente tendrá la vida eterna, sino que vivirá eternamente en el amor para demostrarlo, darlo y recibirlo como prenda del amor de Dios.

Comulgar es aceptar que Dios está vivo y se hace alimento para infundir fuerza en cada uno de los corazones que en libertad le reciben. No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios. Para oír esa palabra hay que tener los oídos bien limpios y el corazón despierto. Entonces, quien recibe a Jesucristo en la Hostia Consagrada, recibe tal fuerza que todo lo puede, todo lo disculpa y todo lo ama.

Porque para Dios nada es imposible…

A LOS PIES DEL MAESTRO
Junio 13 de 2009

No hay comentarios:

Publicar un comentario