martes, 15 de abril de 2008

RECORDATORIO

EL JARDINERO


¿Por qué acaricias y les hablas a tus plantas si no pueden sentir tu mano ni oírte? Le preguntó un vecino al jardinero. ¿Y cómo sabes que no me sienten ni me oyen? Respondió el jardinero. El vecino se quedó perplejo. Hombre, todo el mundo sabe que las plantas no son capaces… Tampoco la mayoría de los hombres sienten ni escuchan a Dios. Le interrumpió el jardinero- y no por eso Dios deja de hablarnos y cuidarnos. El vecino se encontraba cada vez más confundido, y con cierta molestia volvió a preguntar. ¿Y cómo sabes que existe Dios? Yo nunca lo he visto, ni le he oído. Ni siquiera he notado los cuidados de los que hablas.

El jardinero bajó la mirada con tristeza y guardó silencio, y cuando el vecino ya pensaba que no iba a poder responderle, le miró a los ojos con ternura diciéndole: En las noches de luna sólo te das cuenta de que los grillos cantan cuando se callan, y es el silencio el que te advierte de la presencia de esa vida escondida. Dios nunca ha dejado de cantar, nunca ha dejado de hablarnos y mimarnos, y es por eso por lo que la mayoría de los hombres no advierte sus caricias.

Si Dios dejara de cantar, al instante siguiente sería demasiado tarde para darnos cuenta de que estaba allí. No valoras lo que tienes hasta que lo pierdes. Por ello, al igual que sucede con los grillos… si haces el silencio en tu interior, el silencio te revelerá los cantos de Dios”, No es posible ver ni siquiera tocar las mejores y más bellas cosas de este mundo. Hay que sentirlas con el corazón.

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