domingo, 5 de abril de 2009

RECORDATORIO

CONFESÁNDOSE CON DIOS... POR MEDIO DEL SACERDOTE

Cierto día, en Misa un amigo dirigiéndose a otro le comentaba:
Me alegra que por fin te hayas decidido a confesarte... y a comulgar.

¿Confesar yo?, decía el interpelado. No, no soy tan tonto. Los curas no son necesarios; son hombres como tú y como yo y lo que hago es confesarme con Dios: le cuento lo que me pasa, le pido perdón y listo.

Es asombroso, respondió su amigo, lo inteligente que eres. La verdad es posible que tengas razón, y que todos los demás seamos unos imbéciles, pero lo que no me cabe en la cabeza es como un hombre de tu inteligencia se queda en la mitad.

¿La mitad? No te entiendo, preguntó a la vez el otro.

Sí hombre, contestó. Tú has comulgado y te has arrodillado ante el Sagrario. Pues bien dada tu mente inteligente y abierta lo más lógico sería que fueses al mercado comprases un poco de pan, lo consagrases tú, comulgases, y te guardases el resto en una urna, ¿no? Pero a quedarte a medias....

Yo no puedo consagrar; ese poder Dios se lo dio sólo a los sacerdotes y, gracias amigo, me has hecho ver claro.

Tengo suerte, aún hay un confesionario

Cuántas veces evitamos confesarnos por ideas erróneas o falsas sobre este sacramento tan bello que nos dejó el Señor. Hermanos, aprovechemos la confesión, vayamos al confesionario y pongámonos en paz con Dios y con la Iglesia.

A LOS PIES DEL MAESTRO
Marzo 16 de 2009

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