martes, 5 de agosto de 2008

LECTURA BÍBLICA

Ef. 5, 22 – 33. 6, 1 – 4:

“Esposas, estés sujeta a sus esposos como el Señor. Porque el esposo es cabeza de la esposa, como Cristo es cabeza de la Iglesia. Cristo es también el Salvador de la Iglesia, la cual es su cuerpo; y así como la Iglesia está sujeta a Cristo, así también las esposas deben estar sujetas en todo a sus esposos.
Esposos, amen a sus esposas como Cristo amó a la Iglesia y dio su vida por ella. Esto lo hizo para consagrarla, purificándola por medio de la palabra y del lavamiento del agua para presentársela así mismo como una Iglesia gloriosa, sin mancha ni arruga ni nada parecido, sino consagrada y perfecta. Así como el esposo ama su propio cuerpo, así debe amar también a su esposa. El que ama a su esposa, se ama así mismo. Porque nadie odia a su propio cuerpo sino que lo alimenta y lo cuida, como Cristo hace con la Iglesia, porque ella es su cuerpo. Y nosotros somos parte de ese cuerpo. Por eso, el hombre dejará a su padre y a su madre para unirse a su esposa, y los dos serán como una sola persona. Esto es un secreto muy grande; pero yo me estoy refiriendo a Cristo y a la Iglesia. En todo caso, que cada uno de ustedes ame a su esposa como así mismo, y que la esposa respete a su esposo.
Hijos, obedezcan a sus padres por amor al Señor, porque esto es justo. El primer mandamiento que contiene una promesa es éste: ‘Honra a tu padre y a tu madre, para que seas feliz y vivas una larga vida en la tierra’. Y ustedes, padres, no hagan enojar a sus hijos, sino más bien críenlos con disciplina e instrúyalos en el amor al Señor”.
PALABRA DE DIOS

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